Haiku en Aragón

Nuestro fin es contactar con los amantes del haiku en Aragón y dar difusión a su obra.

sábado, 26 de febrero de 2011

Un sueño hecho realidad (I)


Tengo 55 años y nací y vivo en Zaragoza. Hace ahora 31 años, allá por 1980 (cuánto ha llovido desde entonces) empecé escribir un diario con reflexiones y aforismos, la mayoría frases cortas, algunas con un toque poético. Me gustaba pasear por el parque de mi ciudad y por eso, a menudo, lo que escribía versaba sobre la naturaleza. Por aquel entonces llegaron a mis manos los primeros libros de budismo zen. Recuerdo uno, que todavía conservo, bastante amarillento por cierto, de Alan Watts "El Camino del Zen". En él hay un capítulo en el que el autor habla de la influencia del zen en las artes tradicionales japonesas, y dedica unas cuantas páginas al haiku, con una estupenda selección de poemas de los grandes maestros. Este fue mi primer encuentro con el haiku. Desde entonces mi interés por el zen y el haiku se ha mantenido y han ido a la par. Un día, releyendo unos escritos, descubrí que ordenando las palabras de algún apunte breve de mi diario en tres versos, el resultado, sin hacer ninguna modificación, era un haiku. Y así descubrí que había estado escribiendo algunos haiku sin darme cuenta. Busqué en las librerías ejemplares que trataran del tema y encontré una antología de haiku de maestros japoneses, se titulaba “Haikus inmortales”, del profesor Antonio Cabezas. Conforme fui sabiendo un poco más de haiku fui atreviéndome a escribir algún poema. Poco a poco,  pasaron los años, y en mi diario fueron predominando los haiku.
Quince años más tarde, en 1995, animado por un grupo de amigos que compartíamos el interés por el zen y la cultura japonesa, me decidí a publicar por mi cuenta un libro con una colección de haiku; los que a mí me parecieron publicables. Lo titulé "Diario de Momentos". Me hacía mucha ilusión que este libro llegara a Japón y se me ocurrió enviar un ejemplar a varias asociaciones culturales japonesas de amistad con España.

Una en especial, la Asociación Tora, se tomó mucho interés por el libro. Les gustó tanto que se propusieron traducirlo al japonés y, de paso, emplearlo como herramienta de aprendizaje para los alumnos de la Asociación que asistían a una clase de español. Con ese fin me solicitaron varios ejemplares del libro. Estuve intercambiando cartas durante dos años con un profesor ya jubilado de literatura japonesa, que era  el presidente de la Asociación, y cual no fue mi sorpresa cuando un día recibí una carta suya en la que me hacía dos propuestas: la primera era que si yo no tenía inconveniente, querían publicar mi libro, ya traducido por ellos al japonés, en español y japonés; y la segunda, que me invitaban a asistir a la presentación del libro.  Al  viaje me acompañó Jorge, un buen amigo, como yo, muy interesado en la cultura japonesa. Mi mujer no pudo acompañarme porque no resiste tantas horas de avión. El acto tuvo lugar en el Ayuntamiento de Imabari. Fue así porque la mayoría de los miembros de la Asociación Tora viven en la prefectura de Ehime, en la isla de Shikoku.... (Continuará)

José Luis Andrés Cebrián

3 comentarios:

  1. Hola José Luis, por qué interesante camino te ha llevado el Haiku. ¿Dónde se puede conseguir tu libro? ¿Podrías colgar aquí algunos de los Haikus?

    Un saludo

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  2. ¡Hola Inés Ramón!
    He tardado un poco en contestarte, pero es que no estoy muy ducho en blogs y no me aclaraba muy bien. Me alegra que te haya gustado el relato de mi aventura con el haiku en Japón. Ya lo siento, pero no dispongo de ejemplares del libro desde hace ya tiempo. En el relato aparece una página del programa de la presentación del acto en la que aparecen traducidos al japonés los haikus que el concertista de guitarra seleccionó para musicarlos. Tal como aparece no se leen los haikus, pero si pinchas en esa página, se amplia y se leen muy bien. Más adelante iré colgando más. Un cordial salido: José Luis.

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  3. Recuerdos de ese viaje del 98 que están muy vivos, a pesar del tiempo (¿qué es el tiempo?...)
    Recuerdos de amistad, emoción, templos olvidados entre jardines imposibles, choque cultural, hermanamiento artístico y buen humor...
    Y además el ir adentrándose en esos parajes del alma donde ni siquiera habitan, como en tu haiku, José Luis: "el viento y las zarzas"...

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