Hace unos días tuve ocasión de acudir a un concierto en Zaragoza (organizado por Antonio, un buen amigo) del maestro de shakuhachi Horacio Curti. No era algo nuevo para mí, era la tercera vez que asistía a una audición de este instrumento tradicional japonés, aún así, al principio, mi mente se resistía a esa extraña música que, como comentó Horacio, “no se puede seguir el ritmo con el pie” y que requiere para ser escuchada y apreciada una actitud meditativa. Tomé conciencia de mi respiración y poco a poco eso fue ocurriendo. Incluso me surgió un haiku:
Impredecible,
como la vida misma,
el shakuhachi.
Que maravilla de haiku! Felicidades
ResponderEliminar