Se acaba de publicar "Puente de
Piedra" (editorial Huerga y Fierro. Madrid, 2013). Si utilizáramos el
lenguaje del cine diríamos que se trata de "una producción
hispano-japonesa", ya que reúne a un grupo de haijines aragoneses
con otro de haijines de Ehime, una zona de Japón. Esta semana la dedicaremos
a la primera autora española que figura en esta antología: Dolores
Romero Lombardo.
Quiero comentar con un poco de
detenimiento este primer haiku porque me permite tocar un tema
importante con el que me gustaría atajar polémicas inútiles que se dan con
frecuencia en el mundo del haiku: que el haiku hable de realidades y no de fantasías no quiere
decir que el haiku no sea en el fondo un juego que se nos invita a
jugar, aunque siempre (ésta es su característica) un juego de
realidades.
En este haiku lo de menos es que
los gorriones, entendidos como una especie del reino animal, sean o no
capaces de esperar. O que tengamos que imaginarnos por qué, y qué,
puede estar esperando este gorrión concreto (probablemente la abuela
le pone siempre miguitas de pan en el alféizar. También puede estar ahí por
casualidad, descansando, y la poetisa creer que está esperando...). Sin
embargo, lo importante aquí
es que en la realidad de la poetisa surge una certeza: el gorrión está
esperando. Y nos invita a compartir esta realidad como realidad, y no como
fantasía.
Cuando los niños juegan con muñecos
y les atribuyen dolor de barriga (el ejemplo es de un filósofo) no están
fingiendo ni imaginando un dolor imposible en la realidad, sino que están
viviendo como real el dolor de barriga de la muñeca. Ese es el juego en su
verdadero sentido. Por eso los adultos somos incapaces de jugarlo: creemos
saber demasiadas cosas, cuando lo que ocurre es que muchas veces, como decía
El Principito, se nos escapa lo esencial (en nuestro
ejemplo, lo esencial es que del dolor nadie sabe nada, como no sea
el ser que lo siente y aquellos que deciden compartirlo con
él).
Volviendo a nuestro haiku de hoy,
lo importante es si aceptamos o no la realidad que la poetisa nos
plantea. Y una cosa es seguro: si la aceptamos veremos cómo nuestra
realidad (¡más que nuestra fantasía!) resultará enriquecida. Esta es la
verdadera invitación que nos hace el haiku como género poético, este es
el verdadero juego poético del haiku. Por su parte, el acierto del haiku
estará siempre en saber presentarnos esa realidad como aceptable en
cuanto realidad (no como fantasía del poeta).
Un
gorrión
espera en la ventana.
La
abuela no está.
Lola Romero Lombardo
Lola Romero Lombardo
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